El maestro francés —del que en agosto pasado se cumplió medio siglo de su muerte— se aleja del mito. Se trata de un artista del que sobresale su propia obra, dedicada a la exploración de las cualidades plásticas; un autor que busca “perturbar” a través del arte, entendido como “una herida que se hace luz”. Esta exposición constituye un itinerario ilustrativo de todas las etapas y gran parte de los géneros que cultivó el artista. Contemplando las obras que se exhiben, algunas de ellas grandes logros que transformaron la historia del arte, asistimos a una lucha por alcanzar el equilibrio entre el rigor y la emoción, entre la espontaneidad —“lo fortuito nos revela la existencia”, afirma Braque en sus escritos— y el método.
Los hallazgos de Braque han impregnado la sensibilidad contemporánea y su obra está vinculada con la de otros creadores de distintos ámbitos que también han influido poderosamente en nuestro modo de percibir la realidad, como Apollinaire, René Char, Erik Satie, o el propio Picasso. Por ello, la muestra presenta documentación y fotografías que nos acercan al contexto íntimo del artista, evidenciando los vínculos de amistad y colaboración que le ligaban a otros autores imprescindibles de un período de creación efervescente.
Esta retrospectiva constituye una ruta segura y privilegiada para disfrutar del arte de Georges Braque, de un trabajo imbuido de serenidad y sabiduría en el que se representa la armonía que subyace en todas las cosas. Bienvenidos a este apasionante recorrido a lo largo de la trayectoria de un artista único.
Quiero felicitar al equipo de excelentes profesionales del Museo Guggenheim Bilbao, con Juan Ignacio Vidarte al frente del mismo, así como a la comisaria de la exposición Brigitte Leal, que ha sabido reunir desde el periodo fauvista de Braque hasta su obra tardía, que culmina en las series de los grandes talleres y de los pájaros, con un natural acento en el Cubismo.
Francisco González
Presidente de la Fundación BBVA